domingo, 4 de diciembre de 2011

Sidrería Esteban

domingo, 4 de diciembre de 2011 1
Para terminar el año comemos en la sidrería Esteban de Oviedo, entre las calles Manuel Pedregal y Campoamor, zona que se ha convertido en cita obligada en la capital para tomar unos vinos y tapear en algunos buenos locales, como La Oveja Negra o la sidrería El Valle, además de un buen número de buenas vinoterías y tabernas tradicionales. La opción que nos preparó Aurelio estaba compuesta por un pote asturiano de muy buena factura, con un compango excelente, y un bacalao muy sabroso. Postres caseros, como un delicioso milhojas, y los licores digestivos obligados para despedir el año gastronómico y encarar el resto de convites que se prodigan en estas fechas. En enero volveremos a las andadas.

Felices navidades para todos y que el nuevo año nos traiga buenas noticias y mejores perspectivas.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Casa Justo

lunes, 7 de noviembre de 2011 0

Podría parecer que tenemos un poco olvidada la buena hostelería de Gijón, para evitarlo Julián nos preparó una estupenda comida en un clásico como es la sidrería Casa Justo, en la avenida hermanos Felgueroso, templo de la ortodoxia sportinguista y del toreo con arte. Previamente aprovechamos para tomar un aperitivo en algunas de las mejores sidrerías cercanas, como la Zamorana o el Cartero. Una vez instalados comodamente comenzamos la comida con unos entrantes de cecina, crujientes de gambas y parrochas asadas, para pasar a un guisado de patatinas con tiñosu, especialidad de la casa. Postres, cafés y licores completan una comida agradable a la que asisten algunos amigos que echabamos de menos hace tiempo.


jueves, 27 de octubre de 2011

En otoño, las setas

jueves, 27 de octubre de 2011 0



martes, 25 de octubre de 2011

La comida que manchaba la ropa

martes, 25 de octubre de 2011 0

Cuestión de aliento

Jose Luis Alvite



He decidido negarme sistemáticamente a comer cualquiera de esas cosas que se preparan con el empleo del soplete que en mi infancia se utilizaba para soldar con una barrita de estaño el fregadero de la cocina. Es fácil sustraerse a la tentación de las vanguardias culinarias. Basta con vencer ciertos complejos que nos llevan a creer que la cocina de siempre es una monserga ideológica, un resabio de la miseria española de post guerra, una manera de perpetuar la pereza mental el pueblo y su hipotética incapacidad histórica para sobreponerse al costumbrismo y al folclore. A lo mejor es que nos hemos dejado llevar por la obediencia ciega a quienes sostienen que su manera de comer revela la personalidad de un hombre, como si para eso no fuese suficiente con fijarse en su manera de hablar o en sus lecturas. Es por sus ideas, y no por sus eructos, por lo que suelo considerar la valía intelectual de las personas. Por más que se me diga que el buen gusto de una persona está relacionado con el contenido del menú que ordena en el restaurante, yo seguiré pensando que quienes dictan la estética en la calle son las hechuras del cuerpo, igual que quienes tiran del mundo hacia adelante no son los cocineros, ni los gourmets, sino los investigadores, los astilleros y los fabricantes de palas excavadoras. La comida como placer es más comprensible, y también más agradable, que la comida concebida como industria. Es cierto que muchas personas consideran que su evolución en la escala social se hace evidente al leer en francés el menú del restaurante y contarlo luego en la peluquería mientras les anda en la cabeza uno de esos estilistas que cobran una barbaridad por dejar medio calvas a las señoras con unas lociones que por simple goteo desatascarían el retrete de la Legión. Se habla mucho de la cocina y de la gastronomía como conquistas intelectuales y se olvida que en realidad la comida es una cosa que no tiene que servirnos para hablar, sino para masticar. Mi abuela materna y mi madre hacían unos guisos tradicionales cuyos olores ya solo existen como evocación literaria en mi memoria. Además de llenarnos el estómago y de marcarnos el alma, aquella comida manchaba la ropa e incluso a veces costaba despegarla de la vajilla. Ahora ya nadie cocina como entonces, ni resulta tan condimentado el menú, seguramente porque los cocineros sudan poco y se lavan demasiado las manos. Puede que eso carezca de importancia sociológica y es evidente que un país puede prosperar sin el guiso de calamares, pero algo hemos perdido al ignorar los viejos usos de la cocina. En muchos hogares hay una sola persona sentada a la mesa y en otros ni se enciende la cocina y solo cuando viene la muerte a cenar están algo calientes los difuntos. Sin duda es bueno que cada generación busque su camino y entienda a su manera la libertad, el progreso y el guiso de lamprea. Lo malo de romper drásticamente con los aspectos aromáticos y comestibles del pasado, es que, además de no legar a la posteridad sus ideas, muchos padres ni siquiera serán ya capaces de transmitirles a sus hijos el puntito de acidez de su aliento, aquella brisa como de sepia en la que se manifestaban sin la menor duda la genealogía, la personalidad y las manos culinarias de la abuela, aquella señora que acariciaba a sus nietos con la mano aún caliente de haber estrangulado con indiferente cariño una gallina.

lunes, 10 de octubre de 2011

La Mar del Medio

lunes, 10 de octubre de 2011 0
Un placer como siempre volver a La Mar del Medio donde no solo se come muy bien sino que además se está a gusto de verdad. Todo ello gracias a los buenos oficios de Chema y de Nino, que procuran un menú estupendo a base de unos entrantes muy completos, paté de quebracho, croquetas y parrochas, para dar cuenta de un sabroso guiso de patatas con pulpo y una parrillada de pescado, fresco y en su punto. Los postres habituales y café y licores digestivos para completar una comida singular en la que se destaca la elección de un verdejo de Rueda muy aceptable.
Aprovechamos la agradable sobremesa para hacer planes para la temporada y repartir el "duro" trabajo de escoger los mejores restaurantes y casas de comidas para los próximos meses, que se preveen variados y sabrosos.

Bon apetit

sábado, 24 de septiembre de 2011

Restaurante Peña Mea

sábado, 24 de septiembre de 2011 0
Vaya para la estadística que posiblemente hemos batido una marca: la de menor asistencia. Porque de una previsión ya corta de diez asistentes, por circunstancias de las que ya hablaremos, nos quedamos en siete.

Pero una reseña es posible partiendo de la estupenda presentación del menú que nos preparó el restaurante Peña Mea. En ella se puede ver que la comida fue abundante, bien servida y en un comedor sumamante agradable.
Fuimos recibidos con gaita y tambor (1). Algo que no todas las veces nos ha sucedido.
Desde las dos y media (aproximadamente), hora en que llegamos los primeros, hasta algo mas de las tres, cuando pasamos al comedor, nos sirvieron en la barra vino de bienvenida con aceitunas rellenas.
Vamos a convertirnos, para seguir todo al pie de la letra, en "Peña Gastronómita". Y si no todos están de acuerdo con el cambio de la denominación, somos capaces de formar un cisma

(1) En realidad estaban contratados para una boda vecina

Santiago G. Estrada

domingo, 19 de junio de 2011

El Catalin

domingo, 19 de junio de 2011 0

Comida fin de temporada que organiza, al fin, nuestro compañero Luismi en el restaurante El Catalin, muy conocido en Villaviciosa por su situación inmejorable sobre el mar, justo encima de Tazones, y por su cocina marinera netamente asturiana. Toma el nombre del monte próximo, el Catalín, ya poblado en tiempos antíguos, como lo demuestra la existencia de restos de un castro celta.
Menú exquisito que empieza por un arroz con almejas muy sabroso y abundante, y después un entrecot magnífico, tierno y servido en su punto. Postre variados, un "popurrí" de tartas, cremas y frutas con nata para endulzar tan abundante comida. Unos vinos acordes con la ocasión, en este caso un blanco Rias Baixas Albariño, Abadía de San Campio, y un rioja crianza del 2006 Finca del Marquesado, agua y los licores de rigor para finalizar una muy grata comida en la terraza sur, agradable y tranquila, a pesar del mucho público que había.

Bon apettit


sábado, 7 de mayo de 2011

Casa Telva

sábado, 7 de mayo de 2011 0
Como bien dice en su página web, en Casa Telva "La cocina es tradicional asturiana, de mercado, sin olvidar la posibilidad de degustar la tradicional gastronomía belga, dadas las raíces belgas de Ivonne. La carta es amplia, de temporada, géneros de calidad y enriquecida con las múltiples jornadas gastronómicas que, durante el año, se van sucediendo. Cada sabroso plato lleva sello autóctono y casero..." y hasta allí fuimos, gracias a la previsión de nuestro compañero Miguel Angel, en un día soleado de primavera que permitió comer en la terraza. Previamente y mientras esperamos a algunos de los cofrades, tomamos un aperitivo en el bar del pueblo y saludamos a Manolo Hevia y su esposa Mamen, imprescindibles en esta activa población de Siero.
Entre la virtudes de Casa Telva esta su situación con unas magníficas vistas sobre el valle y su proximidad al palacio de los Carreño-Solís, o palacio de Valdesoto, una buena muestra de palacio señorial del siglo XVIII.
Ya entrados en materia, saludamos al propietario Juan López Coya que nos desvela el menú que había preparado, y que consta de una selección de estupendas croquetas caseras, para seguir con una panaché de verduras de temporada excelente y de plato fuerte, una merluza en salsa de manzana muy adecuada a la estación que disfrutamos.
Un excelente rioja y los cafés y digestivos habituales completaron una agradable comida a la que contribuyó el entorno natural.

Santiago, Aurelio, Juan, Virgilio, Jose, Pepe y Pepito a la mesa

A. Alvarez


lunes, 18 de abril de 2011

Quiero un plato de fabada

lunes, 18 de abril de 2011 0

José Carlos Capel
http://blogs.elpais.com/gastronotas-de-capel/2011/04/quiero-un-plato-de-fabada.html#more

Acabo de regresar de Lisboa donde he asistido al magnífico festival culinario Peixe em Lisboa del que os hablaré en un próximo post. En una de mis escapadas fuera del recinto me acerqué a comer a Tasca da Esquina (Rua Domingos Sequeira 41 C), restaurante del cocinero Vitor Sobral. Taberna contemporánea donde se sirven menús de tapas a precios ajustados. En la misma carta figuraban algunos platos -pocos- de corte tradicional. Sin dudarlo un momento mi compañera de mesa y yo, también periodista especializada, nos inclinamos por esta alternativa.

“Estamos hartos de los menús degustación” comentamos entre nosotros, de los platos mini y de las raciones menguadas. “Cada vez lo soporto peor”, volví a insistir. Un castigo cotidiano que mal que me pesé tendré que sobrellevar en el futuro. ¿Os cuento la verdad? A mi lo que realmente me gusta son dos platos y postre.

Y creedme que esto lo afirmo después de haberme comido centenares y centenares de menús desde mediados de los años 80 cuando en España la moda empezó a hacer furor. Menús largos, estrechos y casi siempre imposibles de terminar. Y además, con la temperatura echada a perder ¿Os habéis dado cuenta que casi todo llega frío o medio templado?

¡¡¡Qué gran felicidad cuando en Lisboa aparecieron en la mesa nuestros platos!!! Primero un gran taco de bacalao al horno con patatas, de sabor concentrado. A su lado dos enormes alas de raya cocidas con sofrito y puré de patatas aplastadas. Raciones tamaño XXL que nos llevaron al postre de cabeza después de haber disfrutado de ambos pescados.

En octubre de 1982 hice una cena gloriosa en Arzak. Lo moderno en aquellos años, eran cuatro medias raciones y dos postres, algo asumible para cualquier comensal. Desde entonces la tendencia no ha hecho más que empeorar. Menús de 5, 8 o 10 mini porciones. O de 35 / 40 como en El Bulli. Que nadie me diga que así se prueban más cosas y los cocineros se lucen mejor. Lo sé demasiado bien.

¿Sabéis lo que más me incomoda? Que cuando en un menú degustación encuentro un plato que realmente me gusta tengo que renunciar a repetir porque debo seguir tomando lo que viene después.

¡¡¡ Y pensar que la culpa de todo esto la tiene la familia Troigros¡¡¡

Me decía hace dos años Michel Troigros (3 estrellas Michelin en Roanne) que su padre Pierre fue el responsable del hábito del emplatado. Habían comprado fuentes enormes para una boda y no era cuestión de desaprovecharlas. Fue así como a mediados de los 70 llegarían en Francia los emplatados mini y luego los menús degustación.

De vez en cuando me acerco a Casa Gerardo en Prendes, Asturias. Antes de llegar mis papilas se relamen saboreando su fabada y el arroz con leche. Pero cuando entro en el comedor, Pedro Morán y su hijo Marcos me amenazan con el menú. “¿Tanto tiempo sin venir por aquí y no vas a probar nada más?. De ninguna manera. Tienes que tomar esto, aquello y lo de más allá” Al final salgo satisfecho por efecto de una gran comida y deprimido por no haber disfrutados con dos platos de fabada. Esa es la cuestión.


Se escaldan en un caldo corto dos alas de raya muy frescas y sin piel. Tres o cuatro minutos según el grosor. Se escurren y se colocan encima de un puré de patatas chafadas con tenedor y aceite de oliva. Finalmente se rocían de una fritada de ajos tipo bilbaína con un toque de vinagre, a la que yo añado algunas alcaparras, hinojo picado y una nuez de mantequilla. Todo muy justo de grasa.

martes, 29 de marzo de 2011

Vinos de España

martes, 29 de marzo de 2011 0
Hablando de vinos, "Viva Spain" como decía nuestro recordado Emilio, fundador de nuestra Peña gastronómica.

 
La Peña Gastronómica de La Fresneda. Design by Pocket