Bon apettit
domingo, 19 de junio de 2011
El Catalin
domingo, 19 de junio de 2011
0
Comida fin de temporada que organiza, al fin, nuestro compañero Luismi en el restaurante El Catalin, muy conocido en Villaviciosa por su situación inmejorable sobre el mar, justo encima de Tazones, y por su cocina marinera netamente asturiana. Toma el nombre del monte próximo, el Catalín, ya poblado en tiempos antíguos, como lo demuestra la existencia de restos de un castro celta.
Menú exquisito que empieza por un arroz con almejas muy sabroso y abundante, y después un entrecot magnífico, tierno y servido en su punto. Postre variados, un "popurrí" de tartas, cremas y frutas con nata para endulzar tan abundante comida. Unos vinos acordes con la ocasión, en este caso un blanco Rias Baixas Albariño, Abadía de San Campio, y un rioja crianza del 2006 Finca del Marquesado, agua y los licores de rigor para finalizar una muy grata comida en la terraza sur, agradable y tranquila, a pesar del mucho público que había.Bon apettit
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Asegura la gran Vanesa Ferreiro, de “O rey do pulpo”, que hay que cocinar el pulpo con ‘cariño’. Mas “cariño” es voz que proviene del latín “carere” y significa carecer. No es propio, pues, guisar con carencias. La cocina es, como bien lo refleja áticamente Sócrates Cicuta, la disciplina gastropornocibernética por excelencia, por nacer de Estómago, Sexo y Cerebro al honrar el precepto del Ducado de Gastronia que afirma: “Primum edere, deinde fornicare et denique philosophari” (Primero comer, luego fornicar y, por último, filosofar).
El sabio Trifón se expresa bien al mentar uno de los ocho rabos del pulpo, pues una vez muerto el molusco le cuelgan a éste los tentáculos a semejanza de las colas de los animales (DRAE). Trifón no se refería en particular al miembro viril del cefalópodo que, como es bien sabido, es el tercer brazo derecho del macho, suerte de órgano para la cópula con el que penetra en la cloaca de la hembra. Lo que no se recordó en el Fórum Gastronómico de Santiago es que, hace años, las mujeres pegaban con palos a los pulpos machos para ablandarles, sobre todo, el tercer brazo derecho cuya carne deleitosa se reservaba, con suma discreción, para las doncellas en su banquete de bodas. Se dice que la lucha de la especie por sobrevivir dio algunos ejemplares de pulpos zurdos, pero la mutación quedó abortada con la llegada del frío artificial.